sábado, 20 de agosto de 2011

La historia como hecho político en La Pampa


El rescate y análisis de las últimas décadas de la historia pampeana no es sólo una cuestión pasada, sino un ejercicio de debate político. Los casos más concretos son los referidos a la dictadura militar, pero nuevos estudios comienzan a abrir camino para otras discusiones.

Norberto G. Asquini


En los últimos años comenzaron a circular algunos libros sobre la historia reciente de La Pampa. Cuando se habla de "reciente", se considera la historia contemporánea, la de la era provincial, posterior a 1952.
Hasta no hace mucho tiempo, y aún ocurre, los que abordaban el pasado pampeano como objeto de estudio no sobrepasaban en sus investigaciones la etapa territoriana. Se explica que para esos temas supuestamente faltaba documentación, o que primero debía conocerse la etapa previa. En la mayoría de los casos, sucede que hay cuestiones que se deben tocar que aún tienen repercusión en el presente, y la política es la más importante, por lo que se evita esos caminos.

Ejemplos.
Desde el Instituto de Estudios Socio-Históricos de la Universidad Nacional de La Pampa se presentó hace algunos días el libro "Historia de La Pampa II" que aborda la historia local hasta 2001. Es un importante aporte de divulgación, al menos en sus grandes líneas, que no deja de analizar lo ocurrido en la Iglesia, la política, la educación, la economía o la sociedad con fundamento y rigor académico.
Esta línea también se ha observado en los últimos años con los libros realizados para los centenarios de diferentes pueblos. En estas investigaciones, si antes se soslayaba tocar el período post-años 50 cuando se realizaba un libro sobre el pasado de alguna localidad pampeana, cada vez más se impone trasladar esa mirada más cerca de la actualidad. Y hasta con espíritu crítico dejando de lado las crónicas descriptivas. Hecho nada menor, en el que entran a jugar cuestiones personales y hasta de familia.

Historia viva.
Sin embargo, la historia reciente de los pampeanos es también observada por el mundo político como incómoda, y en algunos casos, "peligrosa" por los debates que lleva implícita. El abordar el estudio o análisis de cualquiera de las últimas décadas es hacer una lectura y emitir juicios de valor no sólo sobre el pasado, sino sobre el presente y de actores que todavía están vigentes, o al menos vivos.
El viernes se presentó el libro "Días de odio", de mi autoría, en General Pico. Aborda las denominadas "Revolución Libertadora" y "Revolución del 9 de junio del 56" en La Pampa. Presentado por la municipalidad local, hubo alguna voz, de la vetusta oposición política, que afirmaban que el acto se había convertido en un hecho político por hacerse en período de veda electoral. La única fecha posible ya que había compromisos tomados. En verdad, considerarlo un "acto electoral" parte en algunos casos de las mismas miradas que desaprobaban las implicancias del texto. La intención de considerarlo un hecho político es que se debe hablar en este caso de lo que fue el antiperonismo durante la llamada Revolución Libertadora. En la misma presentación, la esposa del fallecido primer gobernador de La Pampa, Salvador Ananía, agradeció el recuerdo de esa etapa y que se diera cuenta del atentado que había sufrido el mandatario y la persecución política posterior.
En esa misma ciudad, días antes, se había descubierto un monumento en homenaje a Eva Perón, en el mismo lugar que en el 55 las autoridades "libertadoras" habían destruido un busto en su memoria. Aunque parezcan lejanos en el tiempo y materia para el olvido, hablar sobre estos hechos da cuenta de que la historia se mantiene viva en la memoria social y sus símbolos y por eso mismo es materia de polémica y debate.

En el peronismo.
Esa aprehensión a la reflexión sobre cuestiones del pasado involucra a todos los sectores políticos. Ha ocurrido con otros temas como los años del peronismo en los 70 y su conflicto interno o con la dictadura militar y la represión ilegal. El punto más urticante han sido las políticas de la memoria puesta en vigencia en los últimos años y sus consecuencias sobre el análisis del pasado argentino.
Hay un peronismo que por derecha no quiere recordar los años 70, ya no hablar de la izquierda, sino del peronismo en el poder, de la etapa de Isabel Perón y López Rega. En su momento, algunos diputados del PJ habían puesto reparos en ampliar los nombres de las víctimas del Terrorismo de Estado homenajeados en la Legislatura a aquellos pampeanos asesinados antes del golpe de Estado del 76 porque, según esas voces, esa etapa era utilizada para atacar al peronismo.

Dictadura.
El reconocer a una víctima de la etapa 1973-1976 lleva implícito el debate sobre la violencia política y los profundos conflictos del peronismo en esos años.
También hablar de la interna del peronismo en esos años implica hablar del pasado del ex gobernador Rubén Marín. Y hablar de la recuperación de la democracia en 1983 y el comienzo de las investigaciones de las violaciones a los derechos humanos en La Pampa del primer gobierno marinista también aborda otra faceta del mismo dirigente.
Ocurre algo similar con la dictadura militar y la represión ilegal en la provincia. Dar cuenta de las víctimas y qué representaban significa hablar del peronismo que fue opositor a lo que después se entendió como marinismo. Empezar a dar cuenta de porqué algunos pampeanos fueron detenidos y torturados y porqué otros no. Hablar de las complicidades con el régimen militar, las que fueron explícitas y las que no. Y hasta hablar de los civiles que ocuparon cargos durante ese gobierno, sabiendo o no lo que estaba ocurriendo. Fueran peronistas, mofepistas o radicales.

Radicales cercados.
Las visiones de cada sector político sobre el pasado pampeano y la utilización política de la historia, o de hechos de la historia, no son casuales. Son formas de legitimarse e identificarse con determinada línea.
El inoportuno discurso del intendente radical Francisco Torroba al desenterrar la teoría de los dos demonios en el acto del 24 de marzo del año pasado no es casual. Tampoco que los dirigentes radicales en sus discursos prefieran reivindicar la acción del presidente Raúl Alfonsín y el Juicio a las Juntas en los 80, por sobre el otro pasado, el de Ricardo Balbín y su reclamo de terminar con el "terrorismo industrial" en los 70. El radicalismo ha quedado cercado por la reivindicación de las víctimas que hizo el gobierno nacional durante los gobiernos de los Kirchner.

Nuevas generaciones.
Sin embargo, si de algo sirve revisar el pasado reciente de los pampeanos, y del país, es para dar nuevos sentidos y ubicar en los lugares correspondientes a los actores. El rescate de las historias de vida de los desaparecidos pampeanos es parte de ello. Considerados meras víctimas o militantes políticos caídos por una causa, sus historias de vida permitieron darles su lugar en la historia y rescatarlos del olvido y del lugar que los había puesto la dictadura militar y buena parte de la censura social cómplice con esos años.
Las nuevas generaciones, que toman ese pasado con nuevos ojos sin los apasionamientos de quienes las vivieron, observan sin tantos prejuicios y preconceptos esos años y hechos. Seguramente entre estos surgirán otras miradas más equilibradas y desapasionadas, pero más críticas, sobre los tiempos presentes.


(Publicado en La Arena)

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